El Estadi Balear vibró con el encuentro entre el Atlético Baleares y el RCD Espanyol por la Copa del Rey. A pesar del clima adverso, la afición local no se quiso perder este partido clave, convirtiendo el estadio en una verdadera fiesta del fútbol.
Un ambiente de ilusión y esperanza
Desde tempranas horas, los alrededores del estadio se llenaron de aficionados de todas las edades, muchos de ellos acompañados por amigos y familiares. El sentir general era de optimismo y ganas de disfrutar del ambiente festivo. "Es una fiesta para disfrutar del ambiente", comentaba un socio del Atlético Baleares con más de 20 años de antigüedad.
Aficionados veteranos, como Agustín, recordaban con nostalgia los tiempos de Son Canals y la inauguración del Estadi Balear en 1960. Los más jóvenes, como Aitor, de 13 años, expresaban su confianza en la victoria del equipo local.
Apoyo incondicional al Atlético Baleares
Muchos amigos y familiares de los jugadores y del cuerpo técnico viajaron desde diferentes puntos de España, incluyendo Barcelona y Sevilla, para brindar su apoyo en esta importante noche. Javier, amigo de Víctor Manuel Morillo, no dudó en afirmar: "Vengo a verlo a él. Es de mi pueblo. A los del Espanyol les meteremos la cabra en el corral", reflejando el espíritu competitivo y el buen humor que reinaba en el ambiente.
El Espanyol con la mira puesta en la victoria
Por su parte, el entrenador del RCD Espanyol, Manolo González, convocó a 22 futbolistas para el encuentro, demostrando la seriedad con la que afrontaba el partido. Luis Blanco, entrenador del Atlético Baleares, reconoció la calidad del Espanyol, catalogándolo como "uno de los equipos más complicados que nos podía tocar".
Un partido ilusionante para todos
Más allá del resultado, el partido entre el Atlético Baleares y el Espanyol fue una fiesta para los aficionados de ambos equipos. Un encuentro que quedará grabado en la memoria de todos los presentes por la emoción, la pasión y el ambiente festivo que se vivió en el Estadi Balear.