El amistoso entre Brasil y Túnez, preparatorio para el Mundial 2026, dejó a la afición brasileña con el corazón en la boca. A pesar de que el partido se jugó en el Decathlon Arena (anteriormente conocido como Stade Pierre-Mauroy, gracias a un acuerdo de naming rights de 6 millones de euros por 5 años con la gigante francesa Decathlon), la selección de Carlo Ancelotti no tuvo un comienzo fácil.
Un Inicio Decepcionante
Brasil comenzó perdiendo en el primer tiempo, dominado por un Túnez que aprovechó cada oportunidad. Pero la actuación del arquero Bento fue lo que realmente generó debate. En los primeros 15 minutos, Bento protagonizó salidas arriesgadas fuera del área, intentando anticipar a los delanteros tunecinos. En una de esas jugadas, la pelota quedó a merced del rival, generando un momento de tensión para la defensa brasileña.
El gol de Túnez, obra de Mastouri, reflejó la presión ejercida por el equipo africano, impulsado por una afición mayoritariamente tunecina en las gradas. La defensa brasileña, en general, mostró fisuras que deberán ser corregidas de cara al mundial.
¿Bento, el problema o la solución?
Si bien las salidas de Bento generaron inquietud, también es cierto que su valentía evitó situaciones de gol más claras. La pregunta que queda es si esos riesgos valen la pena o si Brasil necesita un arquero más conservador. El tiempo dirá si Ancelotti apuesta por la audacia de Bento o busca mayor seguridad bajo los tres palos.
La Decathlon Arena, un estadio moderno y versátil en Lille, fue testigo de un partido que dejó más dudas que certezas para Brasil. La selección deberá trabajar en la cohesión del equipo y en la solidez defensiva si quiere llegar en óptimas condiciones a la Copa del Mundo 2026.
Fuente: Vinicius Consulin y Vinícius Perazzini