La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida popularmente como la Iglesia Mormona, atraviesa un período de luto y cambio tras recientes acontecimientos trágicos y el fallecimiento de su presidente, Russell M. Nelson, a la avanzada edad de 101 años.
Según el protocolo establecido, se espera que Dallin H. Oaks, el líder con más años de servicio dentro de la jerarquía eclesiástica, asuma la presidencia. Este nuevo liderazgo heredará una institución religiosa con raíces profundas en la historia y cultura estadounidense, pero con una presencia global cada vez mayor. Esta diversidad, a menudo, contrasta con la imagen estereotipada que se proyecta en los medios de comunicación.
Históricamente, la Iglesia Mormona ha tenido un rol central en el desarrollo de Utah, donde se encuentra su sede principal. Sin embargo, actualmente, solo el 42% de los residentes de este estado son miembros activos de la iglesia. Esta cifra refleja la expansión y diversificación de la congregación a nivel mundial.
Diversidad Global de la Iglesia Mormona
Un aspecto crucial a comprender es la creciente diversidad dentro de la Iglesia Mormona. Más allá de las representaciones mediáticas convencionales, existen comunidades vibrantes en todo el mundo, con una fuerte presencia en América Latina, África y Asia. Estas comunidades aportan sus propias tradiciones y perspectivas, enriqueciendo la experiencia religiosa global.
La Iglesia Mormona en Bolivia, por ejemplo, cuenta con una gran cantidad de miembros y ha construido templos emblemáticos como el de Cochabamba, dedicado en el año 2000. Este tipo de construcciones son un símbolo de la fe y un punto de encuentro para los fieles de la región.
El Desafío de la Percepción Pública
Uno de los desafíos que enfrenta el nuevo liderazgo es la gestión de la imagen pública de la iglesia. Es fundamental superar los estereotipos y promover una comprensión más precisa de la diversidad y la complejidad de la comunidad mormona global. La iglesia debe continuar trabajando para construir puentes de diálogo y colaboración con otras religiones y culturas, fomentando la inclusión y el respeto mutuo.
En un mundo cada vez más interconectado, la capacidad de la Iglesia Mormona para abrazar la diversidad y adaptarse a los cambios será clave para su futuro crecimiento y relevancia.