Desde que el gobierno flexibilizó las restricciones cambiarias a mediados de abril, los argentinos han demostrado un apetito insaciable por el dólar. Las compras netas de billetes y divisas alcanzaron la asombrosa cifra de USD 14.730 millones hasta julio de 2025, una cantidad equivalente a todo lo que desembolsó el FMI en el país.
El Banco Central informa que solo en julio, 1.3 millones de personas compraron dólares, superando ampliamente a las 576.000 que vendieron. Esta tendencia al alza se viene observando desde la apertura del cepo, con un crecimiento progresivo de la demanda mes a mes: abril (USD 2.048 millones), mayo (USD 2.262 millones), junio (USD 2.416 millones) y julio (USD 3.408 millones).
¿A qué se debe este furor por el dólar?
La posibilidad de atesorar dólares legalmente, aún en medio de la política monetaria restrictiva del gobierno, ha sido un factor clave. El salto en las compras de julio coincidió con tensiones en el mercado financiero, volatilidad en las tasas de interés y un aumento del 14% en la cotización del dólar minorista, que cerró el mes en $1.380 en el Banco Nación.
Aunque agosto mostró cierta estabilidad cambiaria gracias a medidas como el aumento de las tasas de interés y la suba de encajes, se espera que la tendencia al atesoramiento continúe. El nivel total de atesoramiento de dólares por parte de personas y empresas no financieras ya suma u$s14.200 millones en lo que va del año, el más alto en seis años.
¿Qué implicaciones tiene esta dolarización masiva?
Esta fuerte demanda de dólares plantea interrogantes sobre el futuro de la economía argentina. ¿Cómo afectará a las reservas del Banco Central? ¿Podrá el gobierno mantener la estabilidad cambiaria en el largo plazo? Solo el tiempo dirá si esta fiebre por el dólar es sostenible o si traerá consecuencias negativas para el país.